La agresividad es una respuesta adaptativa del ser humano. La diferencia de agresividad con violencia es que esta requiere de un aprendizaje previo. Los niños no nacen violentos, pero sí que pueden existir factores de vulnerabilidad neurológica en la infancia que pueden facilitar un aprendizaje de la violencia. Uno de ellos es la ausencia de un adecuado control del impulso.
A partir de los 18 meses pueden ya observar conductas hostiles hacia los demás y que se convierten en agresiones verbales y físicas a partir los dos años. Cuando se busca provocar un daño físico o emocional, mediante patadas, mordiscos, golpes, insultos o expresiones despreciativas hacia los demás, convirtiéndose en la forma habitual de resolución de problemas, debemos plantearnos su posible importancia.
El próximo 22 de noviembre hemos invitado en la 4ª Jornada TDAH en la Prof. M.J. Mardomingo, miembro de la Junta Directiva de la Asociación Europea de Psiquiatría de la Infancia y Adolescencia (ESCAP) a hablarnos de los conocimientos actuales sobre este tema y como su conocimiento nos puede ayudar a prevenir desde la primera infancia aspectos tan graves en el futuro como la conducta adictiva o la delincuencia.

Dr. Jordi Sasot Llevadot
Psiquiatra Infanto Juvenil
Publicado en la revista Tot Sant Cugat n.1438
30 de Octubre del 2014